![]() ![]() ![]() Luego están las listas de morosos, que en cada país funcionan de una manera distinta, pero vamos, que si son morosos, están en ellas bien escritos. pues eso.Įn el caso de clientes directos, el pago lo pido por adelantado, o en cualquier caso un antícipo que no me obligue a pagarme el abogado directamente de mis ahorros, que no tengo ganas. y se presentan con un número de teléfono ¿¡móvil!?)Įn fin, mi madre siempre me ha dicho que si la cosa apesta, seguramente es. Otra cosa que me huele a chamusquina son los correos electrónicos gratuitos enviados a nombre de una empresa (normalmente se venden como mega empresas multinacionales e hiper estelares, pero para tener un correo electrónico de empresa no, ¿no?. Así que yo intento hacer lo mismo con quien me pregunta algo. Pues sí que es graaaaande la empresa que no pueden ni decidir juntitos a quién le iban a mandar el texto.Įn relación a la fiabilidad, me apoyo mucho en el LWA de, ya que las veces que me he puesto en contacto con colegas por este asunto he recibido respuestas concisas y claras (lo que andaba buscando, vaya) sin dejar de ser educados. ![]() De hecho, conseguí entender su importancia cuando, habiendo pedido que me enviasen una (y habiendo ya recibido el texto), el cliente desapareció, para asomar después de dos días diciendo "no te puedo enviar la PO que se lo hemos encargado a otro colega tuyo, pero la persona que se lo ha enviado se olvidó (¿se olvidó?) de decírmelo y por eso te enviamos a ti también el texto". Yo, a título personal, soy muy amiga de hacerme enviar la PO, el documento de contratación "oficial" de un servicio. Porque preguntar a un colega que ha tenido una mala relación previamente no cuesta ni la mitad que lo que te va a cobrar un abogado. ![]() ¡Ojalá tuviese la varita mágica que me resuelve todos estos dolores de cabeza! Por ahora me apoyo en la documentación escrita (órdenes de compra, emails.) y, sobre todo, en la fiabilidad del cliente. Visto que ha sucedido - sucede - sucederà. Cosa que, aunque no lo sepan muchos, es altamente desagradable. Lo que tienen todos en común es la capacidad de tocarnos las narices, de cabrearnos y de gastar dinero, tiempo y paciencia en recordatorios de pago, emails, llamadas telefónicas (en las que notamos cómo nuestro lado zen nos echa un cable para no comernos a alguien por teléfono) y, en el ultimísimo de los extremos, presentarnos de persona en la oficina o mandarle saludos a través de un abogado. Existen clientes morosos por definición a los que se les huele desde lejos y otros que, de repente, se quitan la máscara y te dejan ojiplático diciendo "❾h?" Antes o después todos nos encontramos ante el abismo del reconocimiento del "pago perdido". ![]()
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